Me vais a perdonar pero cuando veo noticias como la de los Premios de Gastronomía de Madrid celebrados ayer, se me eriza la piel de puro cabreo.
La foto lo decía todo, sólo hombres; y resulta curioso por la gran cantidad de mujeres valientes, valiosas, inteligentes y luchadoras que se esconden en cientos de cocinas profesionales de nuestro país y me provoca enfado. Sí se esconden, o mejor dicho, las esconden.
En este cosmos donde vamos de avanzados y de adelantados, pero donde convive un machismo subyacente tanto en los gestos como en el lenguaje aún escuchamos para nuestra desgracia expresiones como: «La mujer donde mejor está es en la cocina», resulta cuanto menos curioso que sea una parte de ellas la que se tiene que esconder.
Si nos ponemos a pensar, podemos contar con los dedos de las manos a las mujeres que han podido, gracias a su tenacidad, abrirse paso en el mundo de la gastronomía, donde el protagonismo del hombre sigue muy presente.
Nombres como Carme Ruscadella, Susi Díaz, Begoña Rodrigo, María Marte, Mª José Martinez, Elena Arzak, Mª José San Román, Macarena Castro, Carito Lourenço y Beatriz Sotelo, destacan en el panorama nacional, pero no es suficiente, porque todo esto sigue sucediendo mientras hay mujeres válidas que sacan adelante sus propuestas gastronómicas, que sufren, ríen y se apasionan con esta profesión. Mujeres brillantes, llenas de imaginación, que hacen malabares en muchos casos para criar a sus hijos y tener vida familiar, y ser felices y brillar. Mujeres bravas en definitiva.
Por eso, cuando veo noticias como esta, me dan ganas de gritar porque me doy cuenta que aún, queda mucho por avanzar.