Esta semana pasada entrevisté en mi programa de radio a Irene Villa, con todas las implicaciones que ello supone para las personas de mi generación que aún tenemos en la retina el atentado que ella y su madre sufrieron. Víctimas colaterales lo llaman.
En mi mente está fijado el día en que asesinaron a Gregorio Ordoñez y a Ernest Lluch, cuando liberaron a Ortega Lara y la farmacéutica de Olot (cuyo nombre no recuerdo, pero cuyo rostro jamás olvidaré).
Recuerdo que todos teníamos a alguien que estaba en el Corte Inglés de la calle Colón de Valencia cuando ETA puso una bomba.
Recuerdo el miedo y los falsos de avisos de bomba en el colegio, y los chistes crueles en los que no se herían sensibilidades con tanta facilidad, chistes que servían para exorcizar el temor que esas tres letras nos despertaban, y está grabado en mi retina esa imagen de encapuchados delante de un mapa del País Vasco con una calidad deficiente que infundían el más profundo desasosiego. Cuando estaba en el instituto ya tenía muy claro que implicaba la frase «impuesto revolucionario» para esta banda armada.
Pero si algo está grabado en mi memoria es cuando Miguel Angel Blanco apareció con un tiro en la cabeza, como estuvo todo el país en vilo esperando, deseando, rezando, implorando que apareciera vivo… Pero no, no hubo piedad para él como no lo había habido para cientos de víctimas del terrorismo.
Ese día estabamos celebrando mi cumpleaños que habia sido hacia unos dias, toda mi familia estaba en casa pero todos estabamos pendientes de la televisión.
No recuerdo que nada nos haya sacudido con tanta fuerza.
El silencio reinó, y afloró el llanto, recuerdo los lloros de todo un país, y aún ahora que lo escribo se me empañan los ojos. Ese día murió un poco de todos nosotros, pero también nació la fuerza para decir ¡Basta ya! y surgieron las manos blancas que se unieron para decir que ya no ibamos a tener miedo y que no podrían con nosotros y así fue, poco a poco, ETA fue perdiendo fuerza y con el paso de los años se desintegró, pero también lo hizo porque los partidos políticos se unieron en un tema que era primordial para el país y dio igual si eran de izquierda o derecha, porque lo que importaba eran los ciudadanos.
Ahora que en muchos foros se les presenta como «santos» y se habla de ellos como presos políticos, juro que me hierve la sangre. Lo digo así, sin tapujos, y me indigno por lo rápido que olvidamos la historia, por la simplicidad desde la que se contempla en muchas ocasiones. Aquí os dejo el listado que ofrece la wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Asesinatos_cometidos_por_ETA_desde_la_muerte_de_Francisco_Franco
El otro día hablaba con una persona de 27 años que no sabía quien era Irene Villa, ni Miguel Angel Blanco, ni Ortega Lara… Y eso me hace entenderlo todo, porque últimamente se practica con demasiada ligereza el olvido.
El otro día le pregunté a Irene Villa si había conseguido perdonarlos. Me dijo que sí porque si no, no hubiera podido seguir adelante, pero olvidarlo nunca.
Yo no sé si hubiera sido capaz de perdonar, pero desde luego lo que no hago es no olvidarlo.
Entrevista a Irene Villa en Play Radio Valencia: https://www.ivoox.com/ligero-equipaje-entrevista-a-irene-villa-audios-mp3_rf_60042971_1.html